Fabricación

Pese a que es cierto que Richard Mille es una de las marcas de relojes suizos más jóvenes, se puede afirmar que se sitúa a la vanguardia en términos de experiencia y conocimientos relojeros. Los relojes especiales que se producen en nuestro taller son algunos de los más complejos del mundo.

EL PROCESO DE FABRICACIÓN

La inauguración oficial de nuestro Departamento de Componentes en el año 2013 supuso un paso muy importante para la marca de relojes de lujo. Finalmente, además de contar con una experiencia técnica y de diseño constatada, dispondríamos de la herramienta que definitivamente nos permitiría mecanizar y probar los calibres según nuestro propio criterio.

El RM 037 alberga el primer calibre de diseño propio, el CRMA1. Su esplendor mecánico fue el resultado de la combinación de una serie de innovaciones imponentes de la marca, como el selector de funciones, el rotor de geometría variable o la integración de diversos componentes de titanio.

Como hace el equipo de Fórmula 1 McLaren, confiamos plenamente en nuestros proveedores y colaboradores. Nos aseguramos de trabajar con los mejores profesionales de la industria para proveernos de las soluciones más eficaces para cada aspecto de la relojería.



Asumir el 80 % de la fabricación en interno ya es un auténtico logro y, pese a que ni la inversión considerable ni las instalaciones necesarias serían un obstáculo, ninguna marca de relojes se plantearía superar este porcentaje. Al igual que los equipos de Fórmula 1 u otras marcas de coches de carreras, confiamos en la experiencia de distintos especialistas, puesto que las dimensiones tan reducidas de los materiales que necesitamos que produzcan requieren un nivel de precisión y una destreza que solo se adquiere y perfecciona con años de experiencia. Seleccionamos a nuestros proveedores teniendo en cuenta su capacidad de producción para satisfacer nuestras necesidades cualitativas y cuantitativas. La industria de los relojes suizos tiene la capacidad de producir componentes de una calidad excepcional mediante métodos industriales y empleando a artesanos apasionados.



Nuestro propósito es colaborar con empresas que compartan nuestra filosofía y ofrezcan plazos convenientes.

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MECANIZADO

La etapa de fabricación no comienza hasta que el más mínimo detalle de un modelo encaja por completo. Además, antes de producir cualquier componente o pieza, se debe codificar para que cada vez que se reproduzca se tomen las dimensiones exactas. Esta información se puede registrar en las máquinas que producen los componentes. El proceso puede resultar arduo, muy técnico y asombrosamente complejo.

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Por ejemplo, las dos horas que dura como mínimo el mecanizado para elaborar el esqueletizado extremo de la platina del RM 67-02 son posibles gracias a cientos de horas destinadas a programar y configurar la maquinaria específica.



Todos los elementos del reloj, incluyendo los tornillos, se deben codificar de un modo similar. Para comprender realmente la magnitud del proceso completo, cabe recordar que los relojes Richard Mille contienen muy pocos componentes estándar, por lo que de poco sirven las soluciones predefinidas. Los esquemas técnicos —ya sea de tornillos, cajas, piñones o cualquier otro componente— se pueden descargar en las máquinas de tallado, fresado y demás instrumentos. Sin embargo, la operación nunca es tan sencilla como puede parecer.

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La intervención de los humanos es fundamental en todas las etapas del proceso de mecanizado. Las máquinas se deben configurar manualmente y calibrar para cada etapa. Los talladores usados en estas máquinas —con formas variopintas— se realizan principalmente a mano con tolerancias de apenas micras. Todos estos preparativos pueden retrasar la producción, por ejemplo, de un único puente varias semanas.

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ACABADOS: VISIBLES O IMPERCEPTIBLES

El carácter y la esencia inherente de los relojes Richard Mille no emanan únicamente de su complejidad mecánica, su diseño y su ergonomía... También se perciben en los acabados y el pulido artesanal elaborado por artesanos experimentados capaces de conferir a cada componente un halo de perfección haciendo gala de una paciencia, un nivel de detallismo y una destreza dignas de admiración.

Materializando el legado de la tradición relojera centenaria, los acabados a mano confieren a cada reloj un carácter único labrado prestando una especial atención a los detalles. La infinidad de operaciones de acabado son la esencia misma de un arte del que poco se conoce. Oculto tras el corazón del movimiento y la caja del reloj, representa la excelencia y la expresión más alta de la calidad relojera.



Un gran número de componentes de Richard Mille, como los tornillos, los puentes, las cajas de tourbillon, las tapas del barrilete, los muelles, las agujas o las piezas de la caja del reloj, presentan acabados y decoraciones realizadas a mano. De hecho, estos acabados son los que determinan las cualidades que distinguen a la alta relojería del resto. Son detalles que solo un ojo experto capaz de identificar las técnicas de un simple vistazo sabrá reconocer inmediatamente.

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Se puede considerar que existe un paralelismo con el nivel de acabado que ostentan los coches de carreras de alta gama, para los que algunas partes se elaboran artesanalmente y otras se mecanizan para obtener un aspecto, un tacto o unas cualidades técnicas perfectas. La combinación de los dos enfoques queda patente en cada uno de nuestros relojes. Algunas piezas, como los componentes de carbono TPT® o las platinas de nanofibra de carbono presentan una forma perfecta y con un acabado impecable tras ser sometidas a un tratamiento industrial, de modo que no se precisa la intervención de un hábil artesano. Otros componentes como, por ejemplo, un puente de ARCAP®, sí precisan acabados como el cepillado y el pulido minuciosamente realizados a mano para lucir un aspecto perfecto.



Los acabados también pueden influir en las cualidades cronométricas. Por ejemplo, los dientes de todas las ruedas requieren un acabado minucioso realizado a mano para minimizar la fricción y el desgaste, incluso si es poco probable que el propietario del reloj se detenga a observar este nivel de detalle. Esta etapa —que tiene lugar después de que se fabrique el componente— es una de las más largas del proceso de producción, tanto si se requiere una fase de mecanizado específica e individual como si se requiere el uso de herramientas manuales por parte de artesanos especializados.

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UNA CAJA EXTREMA

Además del desafío técnico que plantean nuestros calibres, las cajas que los custodian deben cumplir los requisitos más exigentes de la industria. Independientemente del material con el que se elaboren —titanio, oro, material compuesto de carbono, carbono TPT® o zafiro, entre otros—, el proceso de producción de todas las cajas Richard Mille presenta dificultades específicas debido a su compleja forma.



Todos los relojes Richard Mille presentan un perfil curvado que los convierte en artículos perfectamente ergonómicos y cómodos para cualquier tipo de muñeca. Sin embargo, esta curvatura intencionada exige una enorme dedicación en cada una de las etapas de creación (producción, producción y acabado). Asimismo, debe cumplir unos requisitos de control final de calidad específicos y muy rigurosos. El proceso de mecanizado de una caja consta de cientos de operaciones y puede durar varios meses.

Debido al alto nivel de complejidad y rigor de las cajas de Richard Mille elaboradas de zafiro, un material que bate todos los récords, los expertos suizos las consideran las cajas más complicadas de la industria.

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La concepción de una caja con estructura de zafiro nos llevó varios años de investigación y numerosas pruebas para asegurar que el resultado cumple con los requisitos de resistencia y comodidad más rigurosos. Hasta la fecha, solamente Richard Mille ha logrado dar forma a una caja de zafiro con un diseño tan sumamente complejo. El bisel, el canto y el fondo se elaboran íntegramente a partir de un único bloque de cristal de zafiro. El mecanizado de sus líneas y ángulos extremos se completa sin utilizar polímeros.



Tras una rigurosa labor de concepción que se lleva a cabo en Suiza durante más de cuatro semanas, se precisan más de 1000 horas de mecanizado para transformar un solo bloque de zafiro en una caja Richard Mille. Uno de los aspectos que acentúan la complejidad del diseño de la caja es que las curvas se trazan en todas las direcciones, por lo que se precisa el uso de una máquina multieje durante todo el proceso de producción.



Debido a la dureza y la escasa flexibilidad del zafiro, el encajado del cristal entre los dos biseles y el canto, así como la colocación de los pulsadores, deben efectuarse con una precisión de micras. Es imprescindible que los elementos que forman parte de la caja o se unen a la misma no presenten ni el más mínimo defecto para garantizar que desempeñan correctamente su función. Sin ninguna duda, la producción sin el más mínimo defecto de esta caja, dotada de tratamiento antirreflejos y estanca hasta 30 metros, es uno de los procesos más complejos de la industria relojera suiza.

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I&D
Control de calidad